Presa de la cobardía, daba vueltas alrededor de la fuente, podía ver lo brilloso de s u pelaje, negro... tan negro como el anochecer, el negro elegante que nunca antes había visto. era un can hermoso, grande como un oso pero con un toque lobezno que contrastaba con su cobardía de cachorrito. Estaba incrédulo ante su situación, si hace apenas unos minutos jugaba enérgico con la pelota, y en el momento menos pensado ésta se cayó a la fuente.
Después de una larga espera, miró fijamente la fuente para después echarse sobre el cespéd verde que combinaba con su pelaje negro. Parecía decepcionado, la apuesta de sol no hacía esperarse, él miró el horizonte y quedó perplejo ante el tiempo que había transcurrido de su incidente, comenzaba a exasperarse, de pronto lanzó un tétrico aullido; como si estuviera dándose por vencido. Se levantó de aquel cespéd se dió la vuelta y corrió muy ágil. Saltó a la fuente y... alcanzó su objetivo, recuperó su pelota.

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