martes, 11 de junio de 2013

“La importancia de la lectura”

“La importancia de la lectura”

¿Para qué tanto leer?

El libro constituye un bien tan significativo de una determinada cultura que esperar a que se lea cuando su sistema desaparece es lo mismo que reclamar que perviva una hormiga sobre una superficie de alquitrán. La vida de la hormiga es tan improbable en la Gran Vía como la vida del libro es exigua en el angosto y hasta alicatado ocio de la cotidianidad.

El insecto queda exterminado sin infringirle un mal directo, pero no se reproducirá en la ciudad. Igualmente, el fin del libro y su lectura no proceden, en especial, de la educación deficiente, la impericia de las editoriales o una siembra de cizaña (¿televisión?, ¿videojuegos?) que lo matan directamente y de raíz. Simplemente, la lectura va a menos porque no encuentra suelo donde arraigar ni espacio donde esponjarse.

La actualidad del mundo, la realidad de los intervalos de trabajo y tiempo libre, coinciden con una disponibilidad para leer tendencia a cero. Y no se diga ya para leer a fondo. Los momentos en que aun se lee se obtienen de intersticios de una construcción cuya fachada central repele lo libresco como material ajena a su iluminación natural. Se lee, efectivamente, en los cantones del sistema, en los estrechos itinerarios de transporte público, en los puentes o en las vacaciones, en los tiempos muertos.

Todo tiempo oreado y candeal se ocupa, generalmente, en otros gozos, sean los viajes, el sexo, internet, las copas, los juegos en las pantallas, las cenas o los cines. ¿Tiempo para leer? Quien lee se extrae literalmente de la cadena nutricional reinante para insertarse en un nicho marginal. Todo lector, y tanto más cuanto más lo es, traza su fuga y, a su pesar, se convierte en fugitivo de la contemporaneidad.


Efectivamente, los lectores de Harry Potter y otros best sellers internacionales no abandonan el reino, pero ¿Quién puede decir que encarnan al profundo lector?   Son lectores mutantes que como la presunta clase de himenópteros futuros hallara albergue en el asfalto. No ya en la fisura del asfalto sino en el mismo piso puesto que esta tipología no alude a un lector convicto, sino al libro de recreo importando de lo audiovisual. Son lectores de letras pero no letrados, siguen la línea de la pagina pero según los patrones del hilo cinematográfico o del musical.